INVIERNO 10

¿Para qué sirven los paracaidistas?

INVIERNO 9

Infierno.
Injusticia.
Indepedencia.

INVIERNO 8

Las nubes tienen envidia de los aviones.

INVIERNO 7

Como unos fuegos artificiales tristes, monótonos, monocromales.
Y otros adjetivos.

INVIERNO 6

Los alienígenas intentan entrar en contacto conmigo siempre en el mismo lugar, con su lenguaje agudo e hipnótico, pero hasta ahora, he sido incapaz de entender lo que quieren decirme.

INVIERNO 5

Quizás, pensé, lo que me atraía no era tanto la luminosidad de la hoguera, sino la oscuridad de la cueva.

INVIERNO 4

Se presentó: Niagazu Iguara. Bien podía ser un nombre japonés, pero no, resultó ser un joven y pizpireto castellano.

INVIERNO 3

Finalmente me decidí: un molinillo arácnido.

INVIERNO 2

No tendría que haber sido así, pero me gustó que inventara el verbo desutopiar.

INVIERNO 1

¿Será cierto que en Marte se hablan alrededor de doce idiomas?

OTOÑO 90

Nació muerto.
Cícalo.
El aborto inútil del nombre de un viento.

OTOÑO 89

Me levanté y bebí agua directamente de la botella. Estaba tibia y tenía un ligero y extraño sabor dulzón.

En la calle, dos perros escuálidos y temerosos husmeaban con sus hocicos húmedos en los tesoros de un cubo de la basura volcado.

En algún lugar, los mocasines negros de un guarda de seguridad se paseaban sobre la grava polifónica.

OTOÑO 88

Los segundos buenos días de cada mañana deberían ser arrojados contra el espejo.

OTOÑO 87

Finalmente, todos los otoños se acaban olvidando.
O casi todos.

OTOÑO 86

Miré a la derecha y vi una pequeña humareda, tal vez de la quema de rastrojos. Me fijé bien y era como un pequeño hongo atómico, una perfecta miniatura nuclear de juguete. 

Me gustó.

OTOÑO 85

El fadista estaba equivocado. En realidad él quería llorar dentro de tus ojos.
O es posible que el que quisiera fuera yo.

OTOÑO 84

Es increible que nadie haya escrito aún una novela titulada: "De lo intangible y las zanahorias".

OTOÑO 83

Tu risa es como un rizo.

OTOÑO 82

Una cosa abstracta
Con matices azules
Una piragua
Con rumbo incierto
Chocándose
Contra las rocas cuadradas
Un sueño
Físico
Metafísico
Real
Absurdo
Y otros restos
Que se perdieron
Debajo de la almohada

OTOÑO 81

Me sorprendió encontrar en aquella carretera nocturna una señal para que tuviéramos precaución con los caballos alados.

OTOÑO 80

La realidad se nos está llenando de consonantes.

(Con cariño, para Cerilla Power)

OTOÑO 79

Es divertido y trágico escribir contra el eco.

OTOÑO 78

No sé por qué me dio por pensar, en aquella habitación de hotel, que la soledad era sólo una línea recta y blanca.

OTOÑO 77

La araña, blanca y vertiginosa sobre su limitada tela, me hipnotizó.
Y yo sabía que ella lo sabía.
Y viceversa.

OTOÑO 76

Sólo es posible contemplar la velocidad de la luz si se está con los ojos cerrados.

OTOÑO 75

Y la voz retumbó bajo las letras.

OTOÑO 74

Unos hilos de nube arrancados, como una bola de fuego en la palma de la mano de un mago mediocre.

OTOÑO 73

En los oídos:
Jards Macalé
         Asomándose
                     Una y otra vez
                                     Sobre la bahía
                                                      Baia de Guanabara
La misma bahía que amaron
Paul Gauguin y Caetano Veloso
Hasta enloquecer

En el cielo:
Un avión blanco
Casi siempre son blancos los aviones
Pero no
Mostrando sin rubor su panza fría
Girando
Lentavertiginosamente
Sobre mi cabeza, nuestras cabezas

En la carretera:
Un autobús brillante
Verde
Verde manzana
Verde botella
Verde que te quiero verde
Conducido por un chófer bulgaro
Que reniega de aquellos pájaros
Que no miran por dónde van
Que no saben de dónde vienen

En la punta de la flecha:
Metálica, la flecha
Negra, la flecha
La flecha, oxidada
Indiferente, la libélula parda
Como aquel gato guapo
Hierático y aristocrático
Absorto en el meollo de la vida: la vida

Todo en un instante
Uno o dos

OTOÑO 72

El delicioso y absurdo encanto del acento en los sueños.

OTOÑO 71

Una gaviota fluorescente y un tren espacial comenzaron a caldear el ambiente.

OTOÑO 70

Ahí estaba (siempre había estado) Kloa, el mono, pequeño y divertido, saltando constantemente desde la mente hasta la pared.

OTOÑO 69

Sobre un fondo oscuro, soplando arena de mi mano.

OTOÑO 68

Es imposible no contar los vagones de un tren.

OTOÑO 67

Este año se llevarán mucho las opiniones light en tonos pastel.

OTOÑO 66

Una araña negra en un crónico trayecto circular de ida y vuelta.

Unos pájaros despiadados, piando enfebrecidos y esnifando cocaina sin parar mientras regresan al nido.

Y un gato.

Un gato rubio, paseándose altivo y presumido por la arista de la pared, con su recompensa brillante entre los dientes.

Amanece poco a poco.

OTOÑO 65

Hoy he soñado que alguien me decía que el arte era no tener que usar nunca el freno.

OTOÑO 64

Envuelta en una gigantesca toalla de color verde, pensaba en el suicidio. O quizás en el asesinato. O tal vez, en si tenía que comprar azúcar en el supermercado.

OTOÑO 63

Ella colocó las manos en el respaldo de su asiento, pero yo no sabía escribir como Benedetti. Ni siquiera sabía jugar al fútbol.

OTOÑO 62

—Un flexo—, le dijo.
Pero lo que no le dijo es si podía tragárselo.

OTOÑO 61

Sería como si Rubens ilustrase los anuncios de detergentes.

OTOÑO 60

Pensé si acaso los peluches también sudaban.

OTOÑO 59

Un tren de nubes. Un halcón planeando. Una música obsesiva.

OTOÑO 58

Ojos que no ven, alas que reposan. Naranja y cobrizo.

OTOÑO 57

Un trazo grueso de óleo bermellón.
Sobre un lienzo azul débil.
Sólo eso separa lo bello de lo dramático.

OTOÑO 56

De la extrema dificultad para comer fresas silvestres (o de las fieras reales e invisibles)

Para João y Carlos

OTOÑO 55

La cabeza no cesaba de darle vueltas, como si fuera un poseso a punto de ser exorcizado. Yo me conformaba con que se le acabara desenroscando definitivamente del cuello y cayera al suelo, rodando por el pasillo, haciendo sonidos extraños, difíciles de onomatopeyizar, como troclónquir o crastrintrok. Con eso me daría por satisfecho.

Soy un tipo que se conforma con poco.

OTOÑO 54

Descubrió, con los años, que las islas no tenían que estar necesariamente rodeadas de agua.

Para H. y para C., pour les deux.

OTOÑO 53

A los pájaros les gustaría saber tocar el bandoneón.

OTOÑO 52

Afortunadamente, la celulosa prende mucho mejor que la memoria.

OTOÑO 51

Esta noche he soñado
Soñado con arañas
Arañas gigantes
Gigantes en un cuarto
Un cuarto de hotel
Un hotel con desconocidos
Desconocidos que quizás
Quizás hayan soñado
Soñado con arañas
Arañas gigantes.

OTOÑO 50

La vida sería totalmente diferente si los puntos suspensivos no fueran sólo tres.

OTOÑO 49

Ladrillo tras ladrillo hasta que se me agoten las fuerzas. O hasta que alguien derribe el muro.

Pero no todos los días.

OTOÑO 48

Y el mar se comenzó a cubrir de telarañas.

OTOÑO 47

Circunvalaciones sinuosas alrededor de un camino recto y estrecho, coronado por seis álamos blancos.

OTOÑO 46

Nunca imaginó que se pudiera odiar con tanta intesidad al océano.
Ni a sí mismo.

OTOÑO 45

Parecían pájaros muertos.
Como pequeños pedazos de madera abrasados.
Cadáveres oscuros junto al cubo de la basura.
Y eran pájaros muertos.

Los árboles tienen raices.

OTOÑO 44

Quizás en parte, la locura era sólo eso: no tener nunca miedo.

Para la princesa que reía en clave de ja.

OTOÑO 43

No lo parecía, y es posible que ni siquiera él lo supiera, pero aquel tipo que esperaba impaciente a que se abrieran las puertas del vagón estaba relleno de peluche. Peluche blanco.

OTOÑO 42

Podía ser trompeta. Quizás, guitarra. O tal vez, batería, aunque esto era ya menos probable.

OTOÑO 41

Me pareció demasiado atrevido seguir buscando dónde estaba Nigeria. Y qué decir de la línea del ecuador.

OTOÑO 40

Encuadrada en un falso marco dorado, era difícil distinguir en aquella mirada la tristeza del miedo.

OTOÑO 39

Negro amarillo
                            negro
                            puente

OTOÑO 38

De la taxonomía de los dioses (y de la divinidad de las bestias)

OTOÑO 37

Tuvo unas ganas casi incontenibles de convertirse en salmón, pero pronto se dio cuenta de que le faltaba su disfraz de plata irisada y su boquear rítmico y angustioso.

OTOÑO 36

El niño le preguntó a su reflejo y su boca le respondió: "Sí"

OTOÑO 35

El tictac del viejo reloj de péndulo.

Los sollozos escondidos tras los suspiros.

Los arañazos de las sillas en las baldosas.

Y el viejo secreto italiano refugiado en aquel patio andaluz.

OTOÑO 34

El blanco es blanco. Es la única excepción.

Para Asenath o para Susana. Depende.

OTOÑO 33

Los perfiles de la ciudad amarilla me interrogan, queriendo saber cuál de ellos es mi elegido. Pero ellos saben que yo no puedo tomar esa decisión.

Y, sí, me gusta más el perfil de la ciudad baja, pero eso me lo reservo para mí.

OTOÑO 32

Las luces de los barcos parecen flotar en aquel mar tan visible como irreal.

OTOÑO 31

El brillante ojo entreabierto de Dios —o de algún Arcángel, o de algún Querubín, quién puede saberlo— vigilaba el despertar perezoso del cachorro-leopardo.

OTOÑO 30

La princesita de chocolate y sucedáneo de cristal estaba preocupada únicamente en recrear el mito de Narciso, pero yo hubiese dado cualquier cosa por acabar de despintarle la laca roja de sus uñas.

OTOÑO 29

Me hubiera gustado prolongar el atasco sólo por seguir viendo aquella hipnótica coreografía en blanco y negro.

OTOÑO 28

I

Perro
Sal
Excesivo

OTOÑO 27

Yo.
Yo en el medio.
Yo en el medio, dividiendo, separando el hambre de la comida.
Yo en el medio.
Yo.

OTOÑO 26

Pisé despacio el lienzo pardo que a aquella hora casi obscena de la madrugada cubría el parque, y las hojas crujieron bajo mis pies. Pensé que el sonido debía ser parecido a un tsunami salvaje de lombrices de color sangre, brillantes y viscosas.

Revolví un poco las hojas con la punta del zapato, ensayando dibujos geométricos perfectos, pero debajo había más.

Siempre había más.

OTOÑO 25

El destino acabó con la única monarquía que amábamos.

OTOÑO 24

La gente corre alrededor del globo dorado con la silueta de Mickey Mouse en el que me veo reflejado uno, dos, tres segundos.

OTOÑO 23

Contrabajo versus violines en una falsa sinfonia eterna.

OTOÑO 22

Cuando la lluvia es consecuente detrás de un cartel amarillo con la palabra hotel.

OTOÑO 21

Le gustó sentir el olor a tabaco impregnado en las manos del peluquero de aquella vieja barbería. Le resultó acogedor.

OTOÑO 20

Mereció la pena llegar a Principe sólo por aquellas dos o tres canciones.

OTOÑO 19

La mirada rebotando contra las paredes, incrustándose lentamente en el falso borracho filiforme.

OTOÑO 18

El cuadrupedo se alzó, torpemente, pelo lleno de barro, sobre las patas traseras. Oteó el horizonte, lluvia mansa y pesada. Después, se ajustó el nudo de la corbata y exclamó: "qué".

OTOÑO 17

He acuchillado a mi sombra cuando la noche agonizaba y un débil y famélico sol ha comenzado a mostrarme la calle salpicada de sangre negra.

OTOÑO 16

Me estuve fijando durante todo el trayecto en el tipo de la gorra a cuadros que iba sentado delante de mi en el autobús y casi tuve la certeza absoluta de que era trompetista de un quinteto de jazz.

Pero puede ser que estuviera equivocado.

Puede ser que fuera un sexteto.

OTOÑO 15

Como en una matrioska invisible, he decidido edificar una frontera desde la cual se puede acceder a una segunda frontera, y de esa segunda frontera, a otra tercera, y así, sucesivamente, hasta alcanzar por fin un sorprendido y sorprendente pequeño núcleo vibrante y rojizo. La idea me produce escalofríos pero, ¿qué otra cosa puedo hacer?

OTOÑO 14

Con asombrosa perfección, durante unos instantes la música de mi MP3 se ajustó a mi tragicómica realidad otoñal como una sublime banda sonora de quince segundos.

OTOÑO 13

Harto. Harto está de ver como aquella pareidolia junto a la gasolinera se ríe de él cada día. Hoy ha pensado cuantos gramos de dinamita necesitará.

OTOÑO 12

El libro que leía la chica rubia del pañuelo palestino rojo se llamaba "Manual Completo de medicina y cirujía".

Tenía un subtítulo con unas letras blancas paradojicamente gigantescas que decía "Ultraresumen."

Comenzó a dolerme bastante un brazo.

OTOÑO 11

Las características del oso panda convergieron de una forma un tanto cruel con la realidad del andén del metro.

OTOÑO 10

La mulata exhalaba un intenso aroma a chicle de fresa ácida y a él le hubiera encantado devorarla. Literal y despaciosamente.

OTOÑO 9

Como un estúpido salmón, remontando la corriente día tras día hasta el amén final.

OTOÑO 8

Noté en aquella imprevista y suave brisa, el olor intenso del sudor, y un tango musitado a media voz que me acarició con delicadeza la nuca.

Sonreí y me despedí en silencio: hasta la próxima.

OTOÑO 7

Le hubiera gustado pensar como una hormiga. Y le hubiera fascinado aún más ser consciente de ello.

OTOÑO 6

Aquella improvisada morgue de lombrices metálicas pareció, por un momento, querer revivir bajo la luz blanca y fría de los fluorescentes.

OTOÑO 5

Siempre que veía a aquel perro encadenado de por vida, pensaba en el misterio del microcosmos.

OTOÑO 4

A pesar de todo, el avestruz sentía envidia de los topos.

OTOÑO 3

Arena. Desaire. Ascensión. Interrogante.

OTOÑO 2

Se tranquilizó bastante al comprobar que América continuaba estando en América.

OTOÑO 1

2.156

VERANO 94

En algo había que creer. Él creía en la gasolina.

VERANO 93

El paisaje estaba cubierto por una espesa capa de nieve verde. Verde intenso. Intenso como una selva en enciclopedia.

Era bello.

Era aterrador.

Y.

VERANO 92

Le hubiera gustado saber que alguien le miraba mientras él se sonreía.

VERANO 91

Aquel hombre pronunciaba todas esas larguísimas palabras, tan extrañas, muy rápidamente, y a mi aquello me parecía, en el fondo, muy triste y desolador.

VERANO 90

El fantasma se fue dejando jirones de su hermosa sábana blanca mientras subía por las escaleras para clausurar los sueños.

VERANO 89

El día de su boda, la luna, coqueta, se pintó un lunar redundante, luciente y chispeante junto a la comisura de sus labios.

En el lado derecho del espejo. Justo ahí.

VERANO 88

Un vestido de novia manchado de barro.

Una serpiente partida en dos mitades simétricas.

Un balón deshinchado junto a una portería vacía y sin red.

VERANO 87

Le cayeron dos gotas de luz del fluorescente de la cocina que le mancharon de luminosidad los mocasines.

VERANO 86

Un hepta-reflejo en el marco brillante.

VERANO 85

Encontró un resquicio acogedor entre el mi sostenido y el frío metal ardiente y se quedó a vivir allí una larga temporada.

VERANO 84

En el centro justo y perfecto de un lago helado, mirando con estupor a su alrededor.

VERANO 83

Anular el corazón: ansiosos, microscópicos e hipnóticos juegos malabares.

VERANO 82

Una telaraña prehistórica, espesa y juguetona se enredó pesadamente en los sucios hilos de nailon.

VERANO 81

Se pasó toda la noche soñando con un personaje que se llamaba Valerio Settamini y que invadía cada sueño y cada pesadilla. A la mañana siguiente respiró aliviado cuando no le encontró en Google. Pero eso no era suficiente.

VERANO 80

Me hubiera gustado que aquel tipo fuera un gaucho.

Sólo eso.

VERANO 79

Nunca me había parado a pensar en lo difícil que es bajar una escalera.

Hasta hoy.

VERANO 78

Podía ser simplemente sangre, o quizás, un atardecer en una playa sureña.

VERANO 77

Los veranos nunca han sido crueles, y siempre acaban regalando un par de comodines.

VERANO 76

El cadáver se quedó sin aire y, quejumbroso, comenzó a respirar de nuevo.

VERANO 75

Una gota oscura, como un sol infantil.

VERANO 74

Cuando el escarabajo quiso darse cuenta, ya se había transformado en ciempiés.

Y aún le esperaba lo peor.

VERANO 73

Se hubiera alegrado por ver de nuevo al fantasma de la sábana azul flotando sobre las escaleras mecánicas.

Pero no.

VERANO 72

El funámbulo albino pensó que por amor, bien valía la pena volver a actuar sin red.

VERANO 71

Decidió que le gustaba el infierno sólo por joder al Diablo.

VERANO 70

Encontrarse con el mar mientras se escucha el irritante graznido de los cuervos, es un ejercicio de concentración no siempre recompensado.

VERANO 69

Una docena de rosas rojas en la mano y la mirada avergonzada lanzada contra el suelo.

VERANO 68

El disparo rebotó contra el vidrio tembloroso y acabó agujereando el cielo espeso, derramando sobre el suelo sus entrañas.

VERANO 67

La chica rubia, parada en el primer escalón, hablaba por el móvil y lloraba, repitiendo:— ¿Y ahora qué?

Nunca el verano se había sentido tan a prueba.

VERANO 66

En aquel duelo, los sombreros de copas de los padrinos tenían más peso y herían más fuerte que las propias armas de los duelistas.

VERANO 65

Me pareció descubrir la figura del rostro de Jesucristo en las vetas blanquecinas del mármol rosado que adornaba el imponente pasillo. Era un Jesucristo sereno, con unos afilados y brillantes colmillos anhelantes de sangre.

VERANO 64

Pensó que detrás de esa curva estaría la playa, y detrás de la playa, el mar. Tras el mar, la mar, y tras la mar, el horizonte metálico. Y más al fondo, otro horizonte escondido y protegido por un doble arcoíris carmesí. Nada de eso halló. Sólo una contracurva solitaria barrida por un viento lento y susurrante.

VERANO 63

Si uno se concentraba lo suficiente, casi podía volar, preocupándose únicamente de agarrarse muy fuerte al casi y de esquivar a los imprudentes.

VERANO 62

Las cuerdas del contrabajo estaban insólitamente tensas, pero aún así, consiguieron acompañar al viejo samba.

VERANO 61

El ahorcado sabía que, a pesar de todo, su vida no corría ningún peligro.

VERANO 60

La enorme bestia verde suspiró con melancolia, haciéndonos creer a todos que tenía sentimientos.

VERANO 59

Orión tiene brillo, pero en el fondo es una mierda.

VERANO 58

El niño descubrió su reflejo incrustado en la ventana del vagón del metro, y decidió que lo mejor era bucearlo. Del resto de los peces, nada se sabe.

VERANO 57

Es amargo escribir contra un espejo.

VERANO 56

Dos pájaros negros se balanceaban sobre el alambre otoñal. Y luego, llegó un tercero.

VERANO 55

Las teclas del piano se arrojaban con ritmo matemático formando pequeños charcos en el suelo.

VERANO 54

Los zapatos del saxofonista se resumían en cada vagón que entraba.

VERANO 53

En el metro hay gente extraña y camaleones.

VERANO 52

Sintió una suave nostalgia de cuando los locos lo eran.

VERANO 51

—Yo— dijo, y todo comenzó a cambiar.

VERANO 50

Recordaba que era extrañamente agradable rozar con la punta de los dedos el centro blando del vórtice.

VERANO 49

El semen del diablo es denso y oscuro, como barro sucio.

VERANO 48

La hormiguita ni lo sospechaba, pero hacía rato que estaba paseando por la exosfera.

VERANO 47

Si se moría, si se reía, si era devorado por los silencios, como una navaja de hielo en la garganta, si le rodeaban las teclas del piano, él siempre quería estar allí.

Pero de eso hace ya mucho tiempo. Demasiado, tal vez.

VERANO 46

Los Dioses Tristes estaban cansados de tener que explicar siempre lo mismo.

VERANO 45

Escuchó decir "te quiero" en una película porno y le resultó excitantemente obsceno.

VERANO 44

Aunque las divas, en la ópera, también están gordas.

VERANO 43

Se sentó en primera fila, confiando en que pasaran una de miedo. Pero no demasiado.

VERANO 42

Al chico de la camiseta roja, zapatillas rojas y rojo el teléfono móvil le hubiera encantado ser un mutante. Al menos durante los próximos cinco minutos.

VERANO 41

Le lanzaron una mirada llena de desprecio cuando se dieron cuenta de que estaban escuchando el tictac de su reloj.

VERANO 40

Deambulo por la vida reciclando palabras ajenas, porque las mías no sé usarlas.

VERANO 39

Entre los susurros y los gritos se mueve la estupidez.

VERANO 38

El Dios de ébano egipcio, cansado, aburrido, fatigado, regresó a su reino, dejándonos a todos con una tristeza suave y amarga.

VERANO 37

Dos pasos y medio adelante es puro, profundo y sincero desamor.

VERANO 36

Abrió los ojos y se preguntó dónde estaría ahora todo aquel cielo en llamas.

VERANO 35

Aquella sábana gris tendida en el balcón ondeaba de tal manera que deseé que aquel día no se acabase nunca.

VERANO 34

El hombre sin cabeza fue engullido por las nubes de neón. A su escudero le llegaría el turno poco después.

VERANO 33

No sólo no le encontraba el sentido a las cosas, si no que a veces, no encontraba las propias cosas.

VERANO 32

Entre bostezos descubrió que le gustaba mucho la palabra caftán.

VERANO 31

Le dio un poco de pena cuando aprendió a racionalizar las coincidencias de lo cotidiano.

Como un globo rojo que estalla a cámara lenta.

VERANO 30

Por más que lo buscó, no encontró el signo de la amargura en el teclado.

VERANO 29

Me gustaba el sonido del argot de los bandidos, pero sólo si lo veía escrito en un pentagrama.

VERANO 28

El reflejo en el espejo y su sombra jugaron conmigo durante unos instantes. Después, se marcharon a la carrera.

VERANO 27

Me inquietaba y me seducía a partes iguales que se detuviera tanto tiempo en la aduana cuando no tenía nada que declarar.

VERANO 26

Contó las lágrimas que se habían depositado sobre el mantel de hule azul adornado con flores: catorce. Y se preguntó en silencio si merecía la pena ser tan fuerte.

(Para Pingüino Falface)

VERANO 25

Sabía que estaba caminando por el filo de la navaja, pero en realidad sólo le interesaba saber si ésta estaba oxidada.

VERANO 24

La campana repicó 166 veces. Intenté no contarlas, pero me fue imposible.

VERANO 23

Que yo sepa, las morsas no se encierran en su habitación.

VERANO 22

—¡Mientes! —mintió, casi suplicando que le creyeran.

VERANO 21

En los telediarios de verano siempre aparece alguna imagen donde un racimo abigarrado de brazos humedos se alza, hermoso, por qué no, suplicando.

El qué.

VERANO 20

La habitación no estaba llena de sangre. Un simple malentendido con el atrezzo.

(Para mi editora, por cuadruplicado)

VERANO 19

En alguna ocasión me han preguntado que por qué escribo, y yo les respondo que no sé tocar el piano.

Aún.

Sí.

Aún.

VERANO 18

Te invitan a una cena en la que te presentan a un tipo que no conoces de nada y que te cae fatal por la forma en que te ha estrechado la mano. Te pasas toda la noche riéndole sus gracias sin gracias, y cuando te acuestas, te quedas con los ojos abiertos buscando en la oscuridad el techo.

VERANO 17

El mensaje al teléfono móvil comenzaba diciendo: star n 1 qrto de otel sin ti...

(Para mi falsa japonesa)

VERANO 16

A veces siento que tengo la emoción a flor de piel. Y no me gusta, porque me gusta.

VERANO 15

El japonés de los pelos de punta, chino tal vez, peruano quizás, jugaba con la luz del zippo, pero la gente se aburría y prefería contar números.

VERANO 14

En la madrugada mordisquearon en silencio el círculo de plata.

VERANO 13

Eso que escribes es una mierda—, me dijo mientras se limpiaba la espuma de la cerveza del bigote y se comía otra aceituna (negra). Torcí el gesto porque pensé que se ofendería si le daba las gracias.

VERANO 12

Le dijeron que era un cabrón con lapicero.
Le gustó.
Sonaba un blues en la radio.

VERANO 11

A pesar de todo, mis zapatos no tenían cuchillas.

VERANO 10

Algunos se creen que la literatura es como la vida y no, no es eso, no eso —susurró mientras se abotonaba la camisa.

VERANO 9

Lo que el domador no sabía es que los leones tenían copia de la llave de la jaula.

VERANO 8

Los diablos pigmeos incendiaban el camino mientras a la Reina de Azufre sólo le interesaba el sabor de las galletas Oreo.

VERANO 7

En el vagón, aquel tipo del piercing en el labio y baquetas en las sandalias me miraba muy fijamente, y por un instante pensé si no me estaría diseccionando con su bisturí ocular para escribir un estúpido Verano 8.

VERANO 6

Me arrepentí en seguida de habérselo dicho. Me jodía verla llorar. Salí al balcón y largué el humo del cigarro hacia las estrellas ocultas. Comencé a sentirme mucho mejor.

VERANO 5

No se dio cuenta de que sus propias carcajadas le iban a golpear en la nuca como un boomerang de barro y plástico brillante.

VERANO 4

La serpiente naranja zigzageaba blandamente sin moverse del sitio. Al fondo, las colosales patas del elefante a contraluz.

VERANO 3

Ver al viejecito de la voz ondulada y el sombrero mayor leyendo con avidez el Cosmopolitan, me reconcilió un poco con el día de mierda que llevaba, aunque debo reconocer que cuando comenzó a gritar, llamando hijo de puta al conductor del autobús, perdió algo de encanto.

VERANO 2

Zetas... muchas zetas... muchísimas zetas...

VERANO 1

Verano, ay veranito: "Ya está aquí el tío de los melones güenos. A cala y a preba, a cala y a preba. Se acerquen a la furgoneta sin cortedad y lo compreben."