Me levanté y bebí agua directamente de la botella. Estaba tibia y tenía un ligero y extraño sabor dulzón.
En la calle, dos perros escuálidos y temerosos husmeaban con sus hocicos húmedos en los tesoros de un cubo de la basura volcado.
En algún lugar, los mocasines negros de un guarda de seguridad se paseaban sobre la grava polifónica.
No hay comentarios:
Publicar un comentario