lunes, 18 de octubre de 2010

OTOÑO 26

Pisé despacio el lienzo pardo que a aquella hora casi obscena de la madrugada cubría el parque, y las hojas crujieron bajo mis pies. Pensé que el sonido debía ser parecido a un tsunami salvaje de lombrices de color sangre, brillantes y viscosas.
Revolví un poco las hojas con la punta del zapato, ensayando dibujos geométricos perfectos, pero debajo había más.
Siempre había más.

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